Título: Yo soy otro
Director: Oscar Campos
¿Cuándo la vi?: Villavicencio, mayo 2 de 2009
“Yo soy otro” se convertirá en un referente en la historia del cine colombiano pues no es “otra película colombiana sobre guerrilleros y paramilitares”, no es “pornomiseria de madrazo”, no es “una divertida comedia de la clase media colombiana”.
“Yo soy otro” es una propuesta audiovisual arriesgada, difícil, atrevida, independiente y en ese sentido, valerosa, digna y poética. A veces es un ensayo audiovisual sobre la identidad colombiana y otras veces es una novela de ficción bizarra ambientada en este país.
“¿Cómo sabemos quiénes somos?” parece ser la pregunta que motiva la historia de José (Héctor García), un programador de sistemas que se gasta la vida entre “meter drogas y tirar”. Un día descubre unos granos junto a su ombligo y su vida va cambiando como la conciencia sobre sí mismo. Empieza a ver su rostro en los rostros de otras personas y se ve envuelto en el absurdo de la guerra colombiana de “revolucionarios sin humanidad” y “salvadores ilegales” donde todos justifican la violencia con el argumento de la defensa propia, todos quieren eliminar al otro por criminal, por asesino, por delincuente, por terrorista; pero paradójicamente con método ilegales. Pero el otro tiene la misma cara de José. El otro no es mas que un clon “una copia de la copia” del colombiano que sin importar el bando en el que esté: derecho, izquierdo o indiferente; comparten la enfermedad.
La extraña enfermedad venida de la selva llamada litomiasis es la metáfora para hablar de la enfermedad de violencia y horror que contagia a todos los colombianos y ahí es donde “Yo soy otro” adquiere un tono poético que le exige al espectador una actitud menos cómoda que el simple entretenimiento, le exige confrontarse consigo mismo para arriesgarse a responder las preguntas de José.
El ritmo frenético de las imágenes al estilo video clip me recuerda “Réquiem por un sueño”. El tono de la narración en clave de ficción, la música y la desesperación del monólogo del protagonista para hallar alguna respuesta, me recuerda “Pi el orden del caos”. Entonces siento que la historia no es parroquial y puede tener una distribución válida en otros países.
Oscar Campos acierta al desarrollar una historia con ritmo y propuesta audiovisual auténtica, sin concesiones al espectáculo, sin venderse a los canales privados de televisión para ganarse una taquilla, entonces da cátedra como profesor de lenguaje audiovisual y da cátedra como artista independiente.
La nueva industria del cine colombiano requiere mas autores que se arriesguen a contar con ojo propio, que nutran la mirada con otros referentes, que esculquen en temas espinosos para ver si como país salimos a alguna otra parte, ojalá mejor. (Aunque algunos crean que el cine no tiene esa función social; los artistas son quienes sueñan el sueño colectivo que permite el desarrollo de una sociedad.)
Acierta Oscar Campos en el manejo estridente, caótico y desesperante de las imágenes de noticieros y atentados terroristas como un telón de fondo, una escenografía, una voz en off, una realidad paralela en la que a veces habita el personaje central. Esas imágenes “reales” crean una atmósfera narrativa como una extraña voz interior que José no comprende o como un simple recurso visual para contrastar la historia con la “realidad colombiana”, ¿Pero acaso la realidad colombiana es la telenovelización del conflicto? Parece preguntarnos Campos con su primera película.
Acierta el elenco:
Héctor García con el reto de representar diferentes personas con el mismo rostro, con toda la dificultad técnica que esto implica para hacerlo verosímil.
Jenny Nava con su carita inocente expresa claramente el desconcierto de su personaje.
Patricia Castañeda, con mas cancha en la pantalla se ve fresca y creíble.
Ramsés Ramos demuestra la escuela del teatro para la construcción de un personaje.
El equipo de producción apoyado en la Universidad del Valle demuestra profesionalismo en la calidad de su propuesta hablando del ser humano, del mundo desde su ciudad. Ojalá prontamente tengamos voces e imçagenes de otras regiones del país.
Al final la pregunta “¿Cómo sabemos quiénes somos?” queda sin respuesta y quizá por eso la película termina con un bombardeo de imágenes reales de combates y muertos de los diferentes frentes del conflicto colombiano, como diciendo que la única respuesta posible es que “nosotros somos nuestra propia enfermedad”.
Tal vez el texto que resume la película sea el del clon que al ser arrollado por José, desesperado nos grita:
“Ayúdeme que me persiguen, usted es el próximo”.
Fotos tomadas de: www.peliculayosoyotro.com
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