Daniela
tiene doce años pero parece de quince.
En la primera hora de clase pide permiso y va al baño a darle una vuelta
al prense de la falda para exhibir un poco más de su delgado muslo y se sube
las medias blancas hasta tapar las rodillas.
Una
profesora que conoce el truco le pide soltar el dobladillo a la falda. Daniela no oculta su malestar, se arregla el cabello con rabia y se va a
llorar junto a su amiga.
-
Estoy mamada de este
colegio, estoy mamada de mi casa, pero especialmente de mi papá.
Dice
Daniela sollozando y sin dejar hablar a
su amiga continúa diciendo.
-
¡Mi papá no me deja tener
novio!. Es muy celoso conmigo, no le gusta ni que mis amigos del conjunto
entren a la casa. Cuando Juan Esteban me
dijo que quería ser mi novio grité y me encerré a pensarlo, como para dejarlo en suspenso un par de días. Mi papá me preguntó en qué andaba y yo de bruta le conté. Se puso furioso y casi me pega una cachetada. Me dijo que yo era una niña, que dejara de pensar en bobadas y que ni loco
me daba permiso para tener novio, en
cambio a mí sí me toca aguantarme a todas las perras con las que anda mi papá…
Daniela
tiene doce años pero parece de quince, a
los trece años tendrá un novio y su padre nunca lo sabrá, a los catorce ya habrá tenido cuatro novios
sin contar el de su primera experiencia sexual que será un amigo de su primo con
quien irán de vacaciones a Aruba, a los
quince años por fin se enamorará y el día que maten a su novio en ese
inolvidable paseo a la finca, empezará a creer que el amor está íntimamente
ligado al dolor.
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