NOTAS SOBRE UNA
CAPACITACIÓN PEDAGÓGICA
Por Felipe
Chávez G.
Enero 25 de
2016
Cada capacitación docente me llena de energía, de sensaciones y de ideas. Les quiero compartir algunas de las ideas que
me ha suscitado la asistencia a estas charlas y talleres:
En primer lugar, la
motivación de los nuevos coordinadores y capacitadores para transmitir la emoción de enseñar y la
necesidad de reflexionar sobre la práctica pedagógica. Como lo dije públicamente, siento una energía de renovación en el Colegio.
No quiero ahondar sobre lo positivo que le veo a la
propuesta Reggio Emilia, la autonomía y
la creatividad como objetivo y el arte como mediación, así como la necesidad
permanente de actualizar y de buscar didácticas que respondan mejor a las necesidades
del nuevo siglo.
Pero no quiero ver la botella medio llena sino la medio
vacía y me perdonan si me pongo de gruñón,
pero como siempre, escribo como
lo decía Kant "desde el pesimismo
del intelecto y desde el optimismo de la acción". Les comparto mis palabras solo para dejar de
hablar conmigo mismo, para ampliar el
compás del debate y la argumentación pues nada más triste que un discurso
magistral sin preguntas y ni oposición.
A pesar de la buena energía les confieso que la pedagogía se
me ha convertido en un metadiscurso, es
decir, un discurso que habla de sí mismo consigo mismo. Posiblemente por haberme graduado de una
licenciatura en filosofía y de estar terminando otra licenciatura en educación
en artes plásticas, esa sensación ha
llegado a agotarme. Y quisiera identificar aquello que me cansa.
Me cansa la evangelización pedagógica. La idea de que dios escoge a ciertas personas y les da un
don especial para cumplir la sagrada misión de la educación y si está adobada con
el discurso ejemplarizante del estilo:
"yo vivía amargado y sin sentido hasta que dios tocó a mi puerta y
me reveló este método para hacerme feliz"... Yo no entiendo la docencia como una vocación
sino como una profesión, aunque sea asistencialista como dice Don Germán.
Si fuera cierto que existe una "escuela
tradicional" que es la archienemiga
de la que nos liberarán los enfoques
pedagógicos innnovadores, considero que
justamente una de las limitaciones de esa "escuela tradicional" es la devocionalidad que impide concebir un
mundo ecuménico y le impide imaginar un mundo laico.
Me cansa la liviandad del discurso pedagógico que se acerca
más a los discursos de la autosuperación,
la higiene mental, el neuromarketing,
el feng shui y demás
supersticiones contemporáneas. Me cansa el lenguaje empresarialista de transacciones eficientes con los clientes.
Me cansan las palabras innovación, emprendimiento, mediación y significativo porque su uso
abusivo las vació de sentido.
Me cansa ese afán de renovar el lenguaje para llamar a las
mismas cosas con una palabra nueva. En
este punto me vuelvo a sentir como el que cambia todo para que nada cambie.
Me cansa reducir toda una propuesta epistemológica a una
lista de tips que el docente debe hacer,
suponiendo que con esos y truquitos se acerca a esa epistemología.
Me cansan los discursos salvadores que nos liberarán de los
males del pasado.
Me cansa ver al docente como un operario de instrucciones y
formatos y no como un profesional,
como un investigador.
Yo he planteado en otros textos más elaborados que en
pedagogía no se han inventado nada nuevo después de los métodos
filosóficos, es decir; la dialéctica, la mayéutica y la escolástica; que aprendemos mediante el diálogo, le lectura y la pregunta y que el constructivismo se convirtió en una
iglesia con demasiadas sectas, gurús e
iluminados. Que los enfoques del constructivismo y la pelea contra la llamada
escuela tradicional termina siendo un cambio de palabras y de formatos; pero la sustancia sigue siendo la misma, el ser humano.
Hay un chiste famoso del tipo que encuentra a su esposa
siéndole infiel en el sofá de la sala,
entonces en un acto determinación
fundamentalistas, para que eso no vuelva
a suceder; el tipo vende el sofá. Así me sentí frente a la innovadora idea de
quitar el tablero del salón de clase, el
problema no es del tablero que no es otra cosa que un recurso bastante
económico y flexible. Pero es igual de tablero un smart TV o un video beam; tablero enchufables.
Hace unos años en cierto curso se acumulaba mucha
basura, los turnos de aseo no
funcionaban, entonces el director de
curso decidió quitar la caneca de basura del salón para obligar a que los niños
llevaran la basura a la caneca que había en el patio. No quiero recordar el desenlace de esta
historia, ni en cuanto tiempo regresó la
caneca al salón.
Con estas ideas desordenadas me siento como el opinador
desinformado que escribe y publica memes en redes sociales sin tener la mínima
idea de lo que critica, por eso tiene fuerza para indignarse por todo y se
indigna igual si hay una masacre en París,
si atropellan a un perro en la esquina o si la diva se equivoca en un reality.
Creo que en el fondo les comparto estas líneas pesimistas
para motivarme y contagiarlos a la acción optimista. Creo firmemente que el CES es un lugar donde podemos hacer experimentos
pedagógicos así en dos o tres años nos traigan otro repertorio de palabras u
otra enfoque renovado.
Tal vez con estas palabras solo quería provocarles una
sonrisa con las ideas que se me cruzan cuando me quedo en silencio tanto
tiempo.
Muchas gracias.
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