viernes, septiembre 02, 2011

¿Arriesgaría su vida por un balón de fútbol?


Título:   Los colores de la montaña.
Director: Carlos César Arbeláez

¿Qué pasa cuando unos niños campesinos pierden el único balón de la vereda en un campo minado?  Es la pregunta que desarrolla la película Los colores de la montaña.

La preocupación de los niños por recuperar su balón, su única pertenencia y su tiquete a la diversión contrastado con el riesgo de perder la vida por algo tan insignificante, es la metáfora que plantea Carlos César Arbeláez en esta historia.


Los colores de la montaña logra recrear el universo de los niños campesinos en algún filo de las cordilleras colombianas,  donde el territorio es disputado por guerrilleros,  paramilitares y ejército quienes aparecen como un telón de fondo,  como unos personajes fantasmales casi sin rostro  que bajan a la vereda y están sin que nadie los vea,  sin que nadie los nombre.

Los campesinos son obligados a alinearse en algún bando para “proteger” su vida.  El temor llena los escenarios cotidianos de la gente, irrumpe en el ordeño,  se mete por las rendijas de las casas de madera y llega hasta las paredes de la escuela.  El miedo es la mejor arma de dominio en este pedacito de Colombia perdido entre las montañas.

En medio de la zozobra aparece la dignidad de quienes deciden no participar en la guerra: el campesino (Hernán Méndez) que se niega a rendirle cuentas a algún comandante o la profesora (Natalia Cuellar Giraldo) que decide tapar los grafitis de los violentos con un mural pintado por lo niños.

Y al parecer ganan los violentos porque la recién llegada profesora Carmen debe abandonar la vereda  por “atreverse” a entrar en la lucha simbólica y tapar un grafiti de un grupo armado con un mural donde los niños pintan el paisaje de la vereda. Y el campesino que decide no asistir a las reuniones  resulta asesinado porque en la guerra “quien que no está con nosotros está con en enemigo”.

Los colores de la montaña no es simplemente una película sobre el conflicto armado o el desplazamiento,  es una bella narración de la vida de los campesinos colombianos desde un ángulo conmovedor,  desde el punto de vista de la inocencia de los niños.

Manuel,  Julián y Poca luz  son tres niños campesinos atravesados por la historia de Colombia. Uno solo quiere recuperar su balón,  el otro tiene un hermano que se fue para la guerrilla y al tercero le ponen apodos en la escuela por ser albino.  Los tres comparten el amor por el campo y por el fútbol, se divierten con los conejos y las vacas y buscan la manera de rescatar su balón del campo minado sin medir el peligro. Son niños de carne y hueso,  inocentes creciendo en la montaña que tendrán que despedirse por la llegada del terror a la vereda La Pradera.     

Arbeláez logra una historia bien armada,  crea un universo simbólico al poner los paisajes montañosos junto a los dibujos de Manuel (Hernán Mauricio Ocampo) y al mural de los estudiantes que pintan casas,  marranos,  vacas y nubes pero no a los uniformados.

En medio de la tensión por la posible muerte de los niños al rescatar la pelota del campo minado y de la desesperanza de los campesinos por dejar sus tierras y salir en el primer carro hacia ninguna parte, la mirada honesta de los niños prevalece esperando vencer al horror.

Aunque parece excesivo el uso de fade out para enlazar las secuencias,  la narración transcurre al ritmo del campo y la inminencia del horror que se aproxima, logrando una narración compacta donde la música refuerza las atmósferas y el contraste entre inocencia y terror,  entre desilusión y esperanza.

Los colores de la montaña se convierte en una película necesaria para entender el conflicto de los últimos sesenta años en Colombia porque no habla de víctimas ni victimarios sino que pone de relieve el futuro del país  ¿Qué nación harán cuando crezcan los niños criados en medio de la guerra?.

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