Javier
Becerra fue un líder de la región, un
político prominente a quien se le debe la modernización de la administración
municipal y la proyección internacional de los eventos turísticos. Ejerció los principales cargos
administrativos del municipio y en dos ocasiones fue alcalde, aunque en muchas otras alcaldías cogobernó
por su gran influencia y carisma.
Javier
Antonio Becerra tiene treinta y dos años y es el hijo mayor del primer
matrimonio de Javier Becerra. Aficionado a la aviación desde niño, fue piloto privado hasta el día que lo cogieron con la avioneta
llena de cocaína.
Javier
Fernando Becerra tiene apenas cinco años y en los descansos les da dinero a los
niños para que les peguen a las niñas,
la profesora de Fernandito no se entera porque él amenaza con pegarles a
los niños si dicen algo. Desde que Fernandito entró al jardín bilingüe
las niñas llegan llorando a sus casas pero nadie sabe la razón.
Carlos
Javier Becerra ya va a terminar bachillerato.
Su madre ha gastado una fortuna en terapias para manejar una especie de
depresión que sufre Javier. El sicólogo
le habló de la imagen paterna, el
psiquiatra le recetó unas pastillas que Javier no se toma pero se las vende a
sus amigos, el psíquico le hizo unas
terapias con colores y el brujo le envió unas pócimas que nunca se tomó. Gracias al trabajo de su madre en la Fiscalía
Carlos Javier no aparece en la investigación que lo compromete con la muerte de
un muchacho, aunque en Miamicencio todos
saben que a sus diecisiete años Carlos Javier anda armado para vigilar a los
consumidores de su negocio de distribución al detal.
Javier
Becerra fue un líder de la región que se ufanaba en público de su disciplina y
responsabilidad, al fin y al cabo le
había conseguido una madre a cada hijo.
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