Antes de ese año el vallenato me era indiferente, pero en Leticia escuché tanto vallejarto que quedé hastiado de por vida, mucho más, por la proliferación de vallenato nueva ola y tropipopó que se tomó la emisoras colombianas después del fenómeno Carlos Vives.
Me parecía increíble que en el último rincón de Colombia se escuchara tanto vallenato, tan estridente, tan monótono y especialmente con letras tan melosas con ese romanticismo adolescente. Recuerdo dos de las dos peores letras escritas en este país, después del himno nacional que es una trova desastrosa:
Una: Bañarte en mis sueños del Binomio de Oro, que se atreve a decir:
Hoy vine a encontrarme enamorado
De una muchacha que conocí
Hoy mismo le declaré el amor
Me dijo no puede ser así
Pero yo me siento ilusionado
No puedo ocultar mas este amor
Que ha despertado en mi corazón
La mas maravillosa ilusión
Y remata con un coro verdaderamente poético (patético):
Para pedirte
Que me concedas
Que me concedas
Por dios la primicia
De hacerte mi novia
Mi novia y mi bien
Y hacerte poemas cargados de versos
Llevarte a mi bosque
Y bañarte en mis sueños(BIS)
Y dos, escuché varios miles de veces una canción que desde su título es una agresión: Mi diosa humana de Miguel Morales, que tiene figuras literarias tan refinadas como
En el mundo que hice para ti
hay un templo que yo hice en tu honor
de rodillas me escuchan pedir
tu amor en mi ruego
Y tiene un pegajoso coro que algunas mujeres cantan con los ojos cerrados soñando con que se lo dediquen:
Mi diosa humana mi gran amor
mi sentimiento solo es de ti
Dueña de mi alma, y la ilusión
que me domina, me hace feliz
Dueña de mi alma y la ilusión
que me domina
También reconozco que esta profunda letra se anticipó a todas las metáforas sobre amor-religión que años después haría Enrique Iglesias y Maná con letras como “es una experiencia religiosa” y “Eres mi religión”.
Pero no quería dármelas de vallenatólogo, porque no soy tan rolo como Daniel Samper Pizano, simplemente quería recordar unos sonidos que me acompañaron durante ese año.
Resulta que en la isla de Printins, en el amazonas brasilero, se celebra el carnaval del Boi Bumba, una fiesta folclórica alrededor de la figura del Boi, el buey, el cornudo. Hay dos equipos, los azules y los rojos, los caprichosos y los garantidos, que luchan por armar la mejor fiesta la mejor toada (canción), la mejor batucada (grupo), la galera (grupo de púbico) mas animada. La estética del carnaval se basa en elementos indígenas pero los reelabora escénicamente: tocados, pecheras, canilleras, manillas y tocados de plumas y lentejuelas y por supuestos títeres de bois que animan la fiesta y las coreografías.
El Boi Bumbá tiene tanta influencia en el norte del Brasil, que en 1997 era la segunda música más escuchada en Leticia, después del vallenato colombiano. El boi se escuchaba en las emisoras y en las discotecas se presentaban grupos de danza que promovían las coreografías, en la práctica el Boi Bumbá era la música regional, aunque a algunos adultos les parecía que esa música era foránea y una moda pasajera.
No sé cómo será hoy la música en Leticia, ni cómo habrá evolucionado el Boi pues no volví a viajar a la selva, pero esos sonidos y esos movimientos acompasados me recuerdan lo mejor de la alegría amazónica y esta tanda de melancolía se debería curar con un nuevo viaje a la confraternidad amazónica a seguir investigando la cultura festiva o simplemente a disfrutar la fiesta popular.
Y para terminar, una de las canciones mas sonadas en 1997: Vermelho, es como un himno al equipo rojo, un himno de la fiesta. Acá la letra.
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