Foto: Comparsa Migraciones. Carnaval de Bogotá 2006.
1.- ¿Puede hablarse de un novìsimo teatro colombiano como movimiento coherente, sostenido?
Eso de novísimo es como el chiste de Matt Groenning que en Futurama dice nueva-nueva York para hablar del futuro de la misma ciudad, el teatro sigue siendo el mismo. Cristóbal Peláez director del Teatro Matacandelas dice que el teatro es un arte atrasado, que se quedó en el tiempo, que no ha evolucionado desde los griegos pues en esencia sigue siendo lo mismo: unos seres que dicen mentiras frente a otros seres que se sientan a ver… en cambio otros lenguajes como las artes plásticas o los hijitos del teatro: el cine y la televisión, en un siglo tuvieron desarrollos técnicos, temáticos y estilísticos poderosísimos.
Hablar de un novísimo teatro sería tener algo de síndrome adánico (pretender que la historia empieza con uno) o suponer que hay un acuerdo estilístico o político que recoja diferentes expresiones del teatro; pero NO. El teatro en Colombia no es uno solo, son varios teatros, es un caos de fragmentos, de circuitos, de intereses y posturas… eso en buen colombiano se dice roscas; es decir grupos que comparten un interés. Por ejemplo por un lado está el teatro que uno llama “comercial” porque tiene actores de televisión, procesos empresariales de producción y obviamente dinero para publicidad, por otro lado está lo que uno llama “teatro de arte”, generalmente de grupos estables e independientes que son los que investigan y abren espacios estéticos y teóricos, por otro lado están los universitarios, por otro los escolares, por otro lado estamos los comunitarios que siendo parte de los barrios y comunas hacemos propuestas escénicas para nosotros mismos, por otro lado están los cirqueros, los narradores; y así una cantidad de expresiones diversas que responden a diferentes intereses indiviudales o colectivos, en ese sentido no creo que exista un movimiento novísimo, ni coherente ni sostenido… todo lo contrario.
Pero bueno es que el teatro en Colombia es muy jóven, apenas vamos empezando una tercera generación de grupos, actores, autores y directores. En la primera mitad del siglo XX tuvimos a Mallarino y a Luis Enrique Osorio con propuestas muy costrumbristas, en la segunda mitad del siglo XX llegaron la Candelaria y el TEC a proponernos un Nuevo Teatro (Para alejarse del costumbrismo de los anteriores) desde la investigación, obviamente desde Bertold Brecht y los que estamos ahora somos una cantidad de grupos que nos preguntamos el teatro desde nuestra posición en el mundo y con nuestros propios recursos; con lo que heredamos de esos maestros y frente a este contexto que nos correspondió sobrevivir.
Por el lado optimista de la respuesta es necesario reconocer que el proceso de organización del teatro en el contexto del Sistema Distrital de Cultura en Bogotá, ha permitido el flujo de información y la visibilización de diferentes sectores culturales que permite gestionar recursos de acuerdo a las necesidades. Tenemos las salas concertadas, los grupos profesionales sin sala, el teatro no verbal, los narradores orales, los títeres y el teatro infantil, el teatro callejero, el teatro comunitario.
Así cada sector intenta cofinanciar proyectos de acuerdo a las necesidades propias y ahí son muy importantes las redes de gestión como la Asociación de Salas Concertadas, La Red de Teatro Capital (Teatro Callejero), la Mesa de Cultura Festiva, la Asociación de Titiriteros de Colombia (ATICO) o la Red Colombiana de Teatro en Comunidad; Carretaca pertenece a estas últimas tres organizaciones.
Foto: Obra "El Porquerizo" Bogotá 1998.
2.- ¿Còmo nace Carretaca Teatro?
Yo inicié mi formación en el teatro escolar Wankar en la ciudad de Popayán (Cauca) a principios de los noventas llegué a Bogotá y el colegio Claretiano tenía un flujo de cultura popular que me permitió entrar en contacto con fundaciones de desarrollo cultural. Con un grupo de amigos armamos un grupito en el colegio y participábamos en esas fundaciones. Esa época nos permitió aprender técnicas como los zancos, la percusión, la danza, el folclor, los títeres y cuanto taller de teatro o comparsa aparecía. Después del servicio militar, en 1998 decidimos armar una obra de títeres con materiales reciclados para hacer funciones en colegios y conseguir dinero para el transporte en el inicio de nuestra formación universitaria… pero el enano se creció, el compromiso fue mucho mayor y las oportunidades también.
Ya para el 2002 desarrollamos una investigación que nos permitió organizarmos como ONG de desarrollo social desde la cultura con cinco áreas de trabajo: artística, pedagógica, comunicaciones, investigación y desarrollo comunitario. Por eso nos desenvolvemos en esas áreas donde hemos aprendido un par de cositas, desde diseño gráfico, hasta producción de video, desde investigación etnográfica hasta sociología sistémica… en ese sentido es importante reconocer el aporte de la Universidad Santo Tomas con mi formación como licenciado en filosofía, pues Carretaca ha sido un laboratorio donde hemos indagado diferentes temas y creo que hemos crecido mas en lo humano e intelectual que en lo económico.
Foto: Obra "Celebremos la vida" Bogotá 2005.
3.- ¿Hacer teatro para el entretenimiento o para la reflexiòn social?
El mismo Bertold Brecht afirma que la función del teatro es divertir… seguramente para nosotros, el entretenimiento como lo usan los medios masivos de información, es alienante pues esconde la verdadera realidad de nuestros países… el “agit prop” no sé si ya pasó de moda ¿fue una moda?...
Lo que quiero decir es que nosotros somos concientes de hacer un teatro profundamente político, pero no solo por los contenidos de nuestras historias, sino por nuestra actitud ante la realidad, nuestra presencia en un parque donde otros juegan fútbol, otros hacen requisas y otros fuman marihuana mientras nosotros ensayamos, es un acto político; nosotros le apuntamos a la vida por medio del teatro y en un país que le apuesta a la muerte eso representa una dura reflexión social. En la obra callejera “Zapatico cochinito” por ejemplo hablamos del abusurdo de las armas, en las funciones del día del idioma del mes de abril, después de la masacre en Virginia; la obra tuvo unas lecturas muy interesantes de los espectadores jóvenes.
El teatro es una manera radical de hacer política pero no es proselitista, de hacer reflexión pero no es adoctrinamiento… creo que en las obras Escoba y Zapatico Cochinito, logramos un tono sarcástico sobre la realidad donde el espectador no sabe si reirse o llorar, porque la realidad es así o peor de absurda.
Foto: Obra "Escoba" Bogotá 2003.
4.- ¿Debe ir la calle al teatro, y viceversa?
Para nosotros el teatro está en la calle, de esa realidad teatral que el mundo nos propone, nos alimentamos; nosotros hacemos teatro en la calle porque no tenemos una sala de teatro, porque en nuestros inicios quisimos que nos fueran a ver a las salas pero ¿Quién va a pagar transporte y boletos para ver a unos desconocidos?, nosotros vamos a la calle a irrumpir la cotidianidad con el color y el ruido organizado de nuestras comparsas, nosotros vamos a la calle porque ahí estan las fiestas populares y los carnavales. También nos hemos presentado en escenarios tradicionales pero creo que preferimos ir a las comunas de Medellín o Bogotá o a las escuelas de la loma de Cali, esa cercanía con la gente nos da un placer que no nos da otra cosa en la vida, ni ver televisión, ni tener novia, ni comprarnos un carro o ir al centro comercial.
Antes decíamos que es inoficioso invitar a la gente al “ritual de ir al templo del teatro” preferimos llevar el teatro a los parques y las escuelas, nuestro escenario es la vida…
5.- ¿Què papel juegan las comunidades, por cuanto serìan (o son) èstas, las eventuales destinatarias del hecho cultural?
Es que para nosotros la comunidad no es algo externo, la comunidad no está allá lejos, ¡Nosotros somos comunidad! Ser líderes no nos excluye de la comunidad, en ella hay gente que hace zapatos, otros venden tamales, otros manejan buseta, nosotros somos esa parte de la comunidad que hacemos teatro para nuestras comunidades, para nosotros mismos… seguimos luchando para reconocernos dentro de las comunidades.
Foto: Comparsa "Anda Aranda Carnaval" Bogotá 2004.
6.- Visitando tus blogs, he notado el interès que tienes por una propuesta artìstica que prescinda cada vez màs de la palabra, privilegiando la imagen: ¿asumes este reto como un riesgo calculado?
Mi problema es que yo abuso de la palabra en la gestión cultural, la política, la pedagogía y el amor; esas cuatro esferas de mi vida son construcciones discursivas, se habla mucho, se promete mucho, se divaga y esas palabras empiezan a sonar huecas y carecer de sentido. Frente a ese abuso a ese crimen con la palabra, en el arte intento depurarme, sanarme, vacunarme, por eso llevamos tres montajes teatrales preguntándonos por el lenguaje no verbal y realizamos comparsas como imágenes que deambulan por las calles de las fiestas… en literatura me pasa igual, yo no soy capaz de leer novelas, me aburre leer un párrafo de descripciones para que me digan que el carro es rojo… ese asunto de las atmósferas me fastidia, yo prefiero la poesía, la contundencia y la síntesis, es como la heroína, directo a la vena, directo al cerebro, por eso escribí: “Escribir: una estocada”.
Creo que el arte es una síntesis estética de la realidad….
En cambio la gestión cultural es una mentira del recurso público, yo tengo dos anaqueles llenos de informes sobre los proyectos que hemos desarrollado para diferentes alcaldías, dicen cosas como “la comunidad participó en el evento”, “los asistentes disfrutaron la función” pero yo se que no hay pruebas de veracidad, pero el estado le cree a esa letra inútil, siempre es mas importante la letra escrita que la realidad misma, por ejemplo a ellos no les importa la calidad de las actividades culturales realizadas con el recurso público, solo les interesa un documento firmado que garantice que el evento se hizo… es el absurdo total, debe ser herencia de los romanos que decían que el papel lo aguanta todo…
Yo no tengo la capacidad de calcular ningún riesgo, soy muy torpe para lograr algo así. Realmente es que para mí no hay mucha diferencia entre la palabra o la imagen pues las dos son representaciones de la realidad. Yo juego en las dos como un malabarista, con las letras y las imágenes así sean de video, fotográficas o escénicas, para mí son simplemente diferentes herramientas para generar contenidos.
Ahora por ejemplo puedo escribir algo a partir de una fotografía (Mira el post: cuerpo paisaje, donde unas fotos me proponen unas frases) o al contrario escribo un texto que me lleva a realizar una fotografía… con el teatro igual, a veces nuestras obras parten de una narración escrita, de diferentes textos y a veces las imágenes escénicas que logramos nos permiten concretar textos. El arte se nutre sistemáticamente, lo importante es la visión poética de la realidad no el lenguaje del arte que usas para difundir esa visión.
En ese sentido valdría la pena revisar a las vanguardias literarias: el caligrama, la literatura automática, el cadáver exquisito, revisar a Duchamp, a Mallarmé y muy especialmente al maestro Joan Brossa con sus poemas-objetos, que están en un límite entre la escultura y el poema… él es mi norte en estas reflexiones.
Foto: Obra "Zapatico Cochinito" Bogotá 2006.
7.- ¿En què situaciòn està Carretaca Teatro en cuanto al apoyo oficial?
Jua, Jua, Jua, Jua, aquí no existe el apoyo oficial, desde la Constitución de 1991 con la neoliberalización de nuestro estado no existe el mecenazgo público, aquí no hay compañía nacional o pública y mejor así, pues los grupos somos empresas que le vendemos servicios artísticos al Estado, por eso nos toca inventarnos que el teatro es bueno para que la gente aprenda a cruzar la calle, para que la gente ahorre agua, que el teatro es bueno para enseñar buenos comportamientos, que si la gente no va a teatro los domingos pues se vuelve violenta, entonces el estado nos cree y así logramos arañarle algunos centavos que no tienen como fin “apoyar el teatro”, si no ofrecer programación para la gente con las anteriores excusas. Si un grupo no se mete en esa dinámica de hacerle el juego al estado, tiene que jugar empresarialmente, es difícil pero algunos lo logran.
Después de hacerle el juego al estado por varios años, nos cansamos de tanta mentira para justificar una acción cultural; nosotros decidimos no vivir del teatro, sino vivir para el teatro, entonces trabajamos para pagarnos nuestro espacio, nuestras producciones, nuestros placeres… el teatro es como un vicio y a nadie le pagan para que se meta un pase de coca o para que juegue fútbol los domingos con sus amigos… aunque seguimos arañandole al estado lo que se pueda mediante becas o convocatorias.
Foto: Comparsa "Crisálida", Carnaval de Barranquilla 2006.
8.- Hàblanos un poco de los proyectos de la agrupaciòn.
Bueno, Carretaca es un hervidero de ideas, estamos en un montaje infantil titulado “Historias de fábula” que seguramente tendrá elementos de actuación y títeres con texto y para sala. Estamos en un proceso de investigación de las cajas misteriosas a partir de un taller que realizamos el año anterior con nuestros maestros de Hilos Mágicos.
Las cajas misteriosas en esencia son unos teatrinos miniatura de 40x40 centímetros donde las obras tienen duración de uno a tres minutos, el espectador escucha con unos audífonos y mira el montaje por un pequeño orificio de la caja y el titiritero hace la animación para cada espectador. Es como las antiguas cámaras de fotografía de fuelle donde el fotógrafo se escondía bajo una tela negra (en Colombia les decimos foto agüita), tomarse una foto en un parque era un espectáculo. Entonces las cajas misteriosas se instalan en un parque y cada minuto se cambia de espectador, en un día podríamos hacer funciones para uno, cien o mil espectadores con nuestras cinco cajas misteriosas. Dramatúrgicamente es muy interesante pues el espectador puede ver una sola caja, pero al ver las cinco encontrará conectores, como fragmentos de una historia, deseamos estrenar pronto esta idea.
Por otro lado estamos viviendo una especie de cierre de ciclo, varios de los integrantes antiguos están en proceso de separación y el grupo de actores nuevos está en proceso de formación, estos ciclos son dolorosos pero necesarios, para relevar fuerzas, emociones y pasiones; yo mismo me siento casi en un año sabático, es que ya son nueve años de labor ininterrumpida y suponemos que además de hacer teatro tenemos derecho a hacer nuestras vidas personales (aunque me da risa, porque si uno le es infiel al teatro, el teatro se lo cobra muy duro, el teatro es como una religión, como un sacerdocio con voto de castidad y abstinencia ja, ja, ja)
Foto: Fotomontaje realizado por estudiantes de sexto grado del Liceo Cultural Luis Enrique Osorio. Bogotá 2007.
9.- Sè de tu experiencia docente en bachillerato y que hay propuestas de trabajo cultural ¿Ves potencial creativo en los colegios?
¡Los jóvenes son el objetivo! Yo ya empecé a sentir que mi generación no pudo cambiar el mundo, si llegamos a los treinta, simplemente nos ganó la vida, nos comió el sistema… Ahí está esta nueva generación abierta a toda la información que reciben con la agilidad de los nuevos medios, ellos merecen que así como les hablan de fútbol, de reinas, de reggaetón y las novelas, se les hable de la poesía, de la estética, de la libertad, pero esas cosas no se enseñan, esas cosas se cometen.
El docente debe ser un corruptor, un enamorador, romper paradigmas, incentivar el pensamiento crítico, autónomo y divergente; pero cuando yo encuentro estudiantes de bachillerato me piden que les firme y que les saque notas si escriben dos palabras, pero la culpa no es de ellos, fueron educados para la nota, por el timbre de los perros de Skinner. En ese sentido la labor docente implica enfrentarse a la escacés de tiempo pues el discurso de formar empresarios está muy metido en los colegios, ellos dicen que la prioridad es lograr que sean productivos pues ya no hay puestos de empleo, entonces la formación estética es un lujo del que se puede prescindir.
Yo creo que abrí espacios de pensamiento y acción estética, cuando me despedí de los muchachos del Liceo Luis Enrique Osorio y me dijeron: “Profe ya entendimos que en la vida uno puede hacer un camino de sabiduría o de ignoracia pero es uno mismo el que hace ese camino”… si yo logro generar esas inquietudes en ese contexto tan rígido de la educación formal, siento que esa es mi contribución a la historia…. ufffff
Foto: Autorretrato. Cali, diciembre de 2006
SOBRE EL AUTOR DE ESTA ENTREVISTA: Omar Requena. Venezolano, nació en Caracas en 1972. Cursó estudios de Derecho y Artes visuales en la misma ciudad. Cursa comunicación social en la Universidad Bolivariana de Venezuela , en la población de Ocumare de Tuy, antigua capital del estado Miranda, donde reside desde hace varios años, interesado en la riquísima y poco conocida momoria histórica de la región. Tiene inédito un poemario Palabras para después y prepara su primera colección de relatos.
Mayor información: http://www.enlugardecertezas-omar.blogspot.com/
4 comentarios:
coño, te adelantaste pero no importa... igual esta ciber-conversaciòn aparecerà Hades-mediante, en webs de Mèxico, España o Argentina. Veremos.
Un abrazo solidario.
no me aguanté... la entrevista resultó una guía muy importante para no perder mi camino (me entiendes que en mi actual situación es muy importante repetirme lo que he hecho, lo que soy) disculpame y gracias por acompañarme en este sendero sin sentido
para nada el comentario anterior fue un reproche... todo lo contrario. un documento valioso de un gran talento en ciernes.
saludos,
Hola Felipe...como toda la gente insignificante que pasa por su vida quiza no me recuerde, Julieth Gomez Villamarin. Egresada del L.E.O en 2006, pues nada solo espero que este haciendo lo que quiera y lo que le nazca, ya que yo no he podido...no se como safarme de tanta mierda que estoy haciendo, no se si seguir un nuevo camino haciendo lo que me gusta, o por el contrario seguir el camino que llevo hciendo lo que me conviene.
Exitos y felicitaciones por tan buen blog.
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