viernes, diciembre 14, 2007

REFLEXION PEDAGÓGICA: PROFESOR VS. MAESTRO

REFLEXION PEDAGÓGICA: PROFESOR VS. MAESTRO

OCTUBRE DE 2007

Intento definir la palabra “maestro” para diferenciarla de la palabra “profesor”…

Fui formado en las prácticas del constructivismo desde que era niño en el movimiento Scout. En el colegio y desde que entré a la Comunidad Claretiana fui formado en la Filosofía de la Liberación, que plantea su respectiva pedagogía de la liberación, para la liberación.

En este contexto de pensamiento, la pedagogía está al servicio digamos de la utopía de la liberación en América Latina. La pedagogía es por definición un arma del proceso revolucionario, de no serlo, se convertiría en otro instrumento de opresión, es decir, el enemigo que se debe combatir. ¡Cualquier aparato ideológico que repita las prácticas alienantes, esclavisantes, opresoras, homogenizadoras; es el enemigo latente!. Un proyecto revolucionario, como el que sustenta mi vida no puede estar al servicio de los intereses mesquinos del capital.

Esto parece un discurso mamerto, veintejuliero, de las rancias izquierdas. Aunque yo no lo diga a voz en cuello, aunque hace rato ni las enunciaba; son ideas que sustentan mis prácticas pedagógicas, culturales, estéticas; mis prácticas vitales.

Semejante discurso es el que me sigue soportando, llevando a la acción, como un credo:

Creo en la educación liberadora

que ayudará a construir el hombre nuevo,

que permita nacer una nueva latinoamérica mas feliz,

con paz, justicia social y sin opresión…

Esto parece una lucha de David contra Goliat… si el enemigo es el sistema capitalista, estoy perdido, es un mounstro gigantezco….

Pero el marxismo dice que las sociedades no son estáticas, ¡Nosotros somos motores de la historia!, debemos contribuir al cambio. El compromiso que nos lleva a esa praxis es la ética de la liberación y la educación que usamos en ella es justamente la pedagogía de la liberación. El proyecto liberador nos exige una coherencia entre el discurso y la práctica, la práctica liberadora. Por esta razón el proyecto educativo no puede repetir esquemas manipuladores, ni opresores; la transformación social debe empezar desde la transformación de las relaciones humanas en la familia y en el aula.

“Nuestra pedagogía no es enseñar historia, es hacerla”: aprendí en mis clases de pedagogía y liberación en la Universidad Santo Tomás.

Entiendo que los argumentos expuestos hasta aquí, expresan una dimensión colectiva del ser humano, un compromiso colectivo. ¿Cómo estoy hoy en mi dimensión individual?

REFLEXION PEDAGÓGICA EN MI DIMENSIÓN INDIVIDUAL

Primero: Tengo una gran carga de resentimiento contra mis profesores de colegio.

Mis profesores del colegio representan todo lo que yo no quería ser: unas grabadoras de discursos sin sentido, un catálogo de respuestas a preguntas que nadie se había hecho, les escribí en una carta cuando estaba en 11. Me quejaba de la incomodidad en todo el bachillerato, de que me hubieran hecho perder tanto tiempo en pendejadas, mientras el mundo me habitaba la imaginación. En ese tiempo me sentía un geniecillo creador encerrado es esas aulas. Nunca valoraron mis acciones, mis discursos, me obligaban a perder mi tiempo creativo. Pero nunca fui un alumno problema, por el contrario siempre fui de los mejores, el segundo puntaje del ICFES, justo cuando la profe de física había dicho que los estudiantes del grupo de teatro mancharían el nombre del colegio en el coladero de las pruebas de estado…

Mis profes se repetían año a año, como máquinas, entonces estaban alienados, deshumanizados, ¡Entonces eran el enemigo!

Tiempo después decidí estudiar desescolarizado en la USTA, básicamente porque necesitaba trabajar y estudiar. Allí entendí que el problema no es la enseñanza, sino el aprendizaje y así históricamente nos han enseñado las prioridades al revés.

Desde el colegio yo tenía claro que el conocimiento no está en los profesores sino en los libros, en los acetatos, en la realidad misma. El epiriocriticismo me confirma que el conocimiento está ahí en la naturaleza, solo se requiere el método para no perderse. En los últimos años las TICS Tecnologías de la información y la comunicación confirman mis sospechas con la educación virtual que a la hora del té no es mas que la sistematización del sueño escolástico de una biblioteca universal.

Entonces le encuentro sentido a mi argumento: el profesor no es necesario para mi proceso de formación, él no posee el conocimiento, no administra sabiduría de a goticas… y como yo soy profesor, pues no soy necesario…

En mi perspectiva, el educador debe ser un motivador, un trasgresor, un detonador, debe mover el piso al estudiante, confrontarlo consigo mismo, con sus creencias, con sus prejuicios para que aprenda lo básico: ¡Preguntarse!

En ese sentido el profesor es el gran estafador, es el único vendedor que vende un producto sin garantía pues la garantía del producto depende del consumidor. Por ejemplo si uno compra una nevera y la nevera no funciona, pues uno reclama la garantía, se la arreglan o le dan otra. Pero la educación es un producto que se compra sin garantía, si no aprende la culpa es de quien lo compra. Yo considero entonces que si la educación no enseña a encontrarse con uno mismo, con su contexto; es alienante.

La educación aparece entonces como un discurso machacado año a año que solo perpetúa las injustas estructuras sociales, que solo prepara a la población para la explotación social, que solo reproduce los esquemas explotación. El proceso educativo adiestra obreros, adiestra gerentes, adiestra banqueros, básicamente para que la sociedad siga igual.

¿El proyecto pedagógico no consiste justamente en transformar esas condiciones sociales? ¡Definitivamente soy un mamerto!.

Pero si me creo tan revolucionario ¿Por qué no me fui al monte a intentar acabar con estas condiciones a punta de bala? Pues porque creo en la capacidad de la argumentación, en el diálogo, en el conocimiento, en la ciencia, en la cultura, porque no todas las formas de lucha están éticamente permitidas, porque ni el mas noble ideal justifica una muerte humana.

Yo decidí no irme al monte para dedicarme a la cultura y en ella encontré la posibilidad de ser y de ayudar a otros a ser. Mi trabajo en la educación popular, en la educación comunitaria lo demuestra. Los procesos sociales que lideré en Bosa y Puente Aranda en Bogotá durante quince años, no son fantasmas que me habiten la cabeza, son hechos históricos reales. Aunque no le importen a nadie son realidades, ahí están esos jovenes, esos abuelos que reconocen en mí rostro una posibilidad de hacer cultura para un país en paz.

MI PASO POR LA EDUCACIÓN FORMAL

Pero enfrentarme a la educación formal fue a otro precio. En primera instancia lo minúsculo del universo de un colegio. Sus microdiscursos sobre el uniforme, las uñas o el peinado… ahí no está el proyecto liberador.

La educación formal y privada responde como dirían los marxistas “a unos interés de clase”. Yo por ejemplo no entro cómodamente a esas máquinas eficientistas que preparan para responder pruebas, que no preparan para pensar, ni para cuestionar el mundo; sino para venerarlo. Yo me siento como mosco en leche en medio de gente que piensa que el mundo está bien porque ellos disfrutan su posición, su comodidad, nunca han estado al otro lado, del lado de la Pobreza, de la Marginalidad donde yo me siento mas cómodo, donde me siento mas útil. Si fuera mas honesto trabajaría en sectores marginales, pero me dejo llevar por mi inmediatez.

La teoría de la plusvalía nos enseñó que la riqueza individual fue construida sobre la pobreza de otros, esto justifica la lucha de clases y exige una posición ética.

La pedagogía responde a un modelo de hombre que se fijan las sociedades. ¿Cuál es el modelo de humano que encuentro en este contexto? Pues justamente el humano deshumanizado que yo debería atacas por consumista, alienado, acrítico mientras disfruta los placeres de la sociedad de consumo. ¡Toda una garantía para que la sociedad siga igual!.

Nota: No sobra decir que simplemente odio la sociedad de consumo, me siento sucio cuando caigo en sus redes, me siento estúpido caminando en un centro comercial, me siento cómplice caminando en unicentro…

¿Estas afirmaciones me hacen un resentido social?

No, simplemente soy un revolucionario, estoy convencido de que la sociedad no está bien, que está enferma y yo debo hacer algo, empezando por no dejarme contagiar de su estupidez, por lo menos no dejarme contagiar me da estatura moral ante mí mismo.

¿Por qué trabajo en un contexto al que critico tanto?

En primer lugar porque la falta de crítica demuestra la falta de conciencia sobre la vida propia y si critico es para mejorar. Porque nunca he estado conforme con la sociedad en la que vivo y por eso la critico. Porque me creo un problematizador.

¿Qué hago como profesor?

Ahora entiendo que el profesor como figua social es simplemente otro empleado, es un obrero. Es igual al que recoge la basura, al que pega ladrillo o al que pita contra el tráfico; no es un intelectual, es un obrero que alquila su mano de obra justamente para no pensar. En algunos casos se vende para comer callado para hacer venias al absurdo, empeñando su conciencia por los dos pesos su capacidad de disentir.

El profesor cumple una simple tarea en el sistema social: reproducir, repetir, mantener esquemas mentales y sociales. Pero yo estudié, me formé y quiero estar en el plano de la creación, de la crítica y del escepticismo.

¿Por qué soy tan escéptico?

No lo sé, todo este proceso me demostró que solamente no creer es ser digno; que dioses, dogmas, fes, deben ser destruidas por alienantes. Yo no vendo conocimiento, ni certezas, yo comparto dudas, preguntas, sin respuestas. ¡Se supone que para eso estudié filosofía!

Posdata:

Si no soy un filósofo desde mi práctica vital diaria ¿Qué soy?: ¿Un engaño?, ¿Un atracador?. Los papás pagan un parqueadero de niños y yo cuido cada hora un lote diferente. A los papás solo les interesa que les laven y los polichen la inversión… no les interesa el conocimiento. Esta no es una sociedad de conocimiento. En el contexto histórico de la cultura narca que invadió este país en las últimas tres décadas, el conocimiento no es importante, lo importante es conseguir dinero a cualquier precio, matando, traficando o simplemente siendo bello.

Yo no puedo con la estupidéz de la sociedad de consumo, con sus chismorreo de la farándula y de la tragedia nacional… Soy marginal porque no quiero ser como ellos, no creo que la vida esté en una hamburguesa de El Corral, no creo que la vida esté en el vestido de moda ni en el celular con caraoque… mi vida más plácida está en la pregunta, en la angustica también, en el constante ejercicio del pensamiento… no hacerlo, venderse a la sociedad de consumo es simplemente ser una animal…

Y tantas otras cosas que ahora siento que debo decirme… juemadre mi papá tiene razón, debo sentarme a escribir…

2 comentarios:

Julieth dijo...

Profe: Me confundes demasiado; quiero ser profesora, maestra, incitadora, y depronto destructora...aun no me hallo. Espero decidirme rapido.

Felipe Chávez G. dijo...

pues como lo he dicho, la educaci{on es la única arma que tenemos para un proceso de tranformación cultural, humana.

Pero así como la religión y el estado; la educación ha sido tradicionalmente un arma de alienación de los dueños del poder... uno podría jugar al caballo de troya y combatir desde adentro, como un infiltrado, pero la educación formal es una máquinaria gigantezca que te absorbe y te quita la posibilidad de actura, de pensar; cuando se convierte en una reproductora de patrones sociales... encima el problema laboral del profesor, al servicio del sistema, ¡Y mas encima! el contexto de estupidéz que venden los medios de información... y unb largo etcétera.

Entonces alguien tendrá que hacer el trabajo sucio...