jueves, abril 24, 2008

Los rostros de Cristo en el IMCY



Exposición realizada en el Instituto Municipal de Cultura de Yumbo (Valle) durante el mes de abril.

Como parte de la celebración de los primeros diez años de Carretaca Teatro, durante los días 5 y 6 de abril viajé a Yumbo para una reunión con la gente del Instituto Municipal de Cultura de Yumbo, para echar corriente sobre posibles acciones conjuntas, otro nodo de la comparsa, otro encuentro carnavalero, una taller de gestión cultural o simplemente un encuentro cultural porque nos da la gana.

Creo que el objetivo general de cualquier proyecto cultural debe ser: Hacemos este proyecto porque sí, porque es mejor que la gente esté reunida con el pretexto de una función artística, de un desfile, de una pachanga, a que esté reunida para delinquir, para tumbar al país, para poner una bomba... un objetivo general debería ser que es mejor tener a la gente ocupada para no darle tiempo a que floresca su maldad.

Después de la reunión pude ver la exposición de pintura y dibujo con el tema general de los rostros de Cristo. La muestra, al parecer corresponde a un nivel básico de formación estética donde los responsables apenas demuestran un acercamiento a las técnicas básicas de la composición y el manejo del color, es decir, la muestra se lee como el resultaltado de un taller de formación. Pero me sucitó una reflexión en torno a la necesidad llover sobre mojado, de andar los caminos recorridos para encontrar el propio, es decir que algunos temas "trillados" pueden significar un buen punto de partida para la creación artística.

El artista tiende a buscar "un tema original" pero aceptémoslo, no hay ningún tema nuevo. El arte trata sobre la vida, la muerte, el amor, el desamor y sus combinaciones posibles; el arte busca otra forma de hablar sobre esos mismos temas. Creo entonces que la búsqueda no es sobre temas originales sino sobre "lenguajes auténticos para conversar".

Por otra parte está el manejo técnico "saber manejar la herramienta". el pincel, el cuerpo, la voz, la sintaxis, dependiendo el arte a que se refiera; la disciplina y el trabajo constante son los elementos que permiten el acto creativo NO LA INSPIRACIÓN NI EL TALENTO, dos conceptos tan difusos como vacíos, que han minado el hecho creativo a una extraña magia, a un don divino que solo unos privilegiados pueden disfrutar, por una sospechosa conexión metafísica con el mas allá.

En síntesis; me parece que un tema tan traginado como "Los rostros de Cristo2 puede ser una buena excuasa para un proceso de formación y como reto creativo también ofrecería unas dificultades interesantes. ¿qué tal partir del bodegón?, ¿que tal partir de la comedia de situaciones?, ¡que tal partir del cliché para lograr algo auténtico?, ¿que tal partir de todo eso que nos parece desgastado o decadente?... en el acto creativo la limitaciones son muy liberadoras. cuando se intenta construir "en general2 (Por ejemplo un personaje en teatro) muy difícilmente se puede acertar, en cambio construir para una situación determinada puede detonar la imaginación de soluciones desesperadas.

Así lo Plantea el Teatro La Candelaria cuando dice que no hablan del mundo en general, ni del país, ni de la ciudad, sino que hablan de su barrio La candelaria, que por ellos solo hablarían de lo que sucede dentro de la sede y ojalá, solo hablaran del patio o de uno de los adoquines del piso. mientras mas particulares intentan ser, mas universal es su mensaje. Una buena paradoja para aprender.

Y todo esto a partir de los ojitos verdes, de las caritas tristes, lastimadadas o inexpresivas de unos cristos colgados en las paredes del Instituto Municipal de Cultura, en Yumbo, en el Valle, en un narco-para-país llamado Colombia, en un continente fragmentado en el tercer terrón mas allá del sol...



Concierto de música andina en una caseta comunal en Yumbo, Valle.
Después de tantos años volver a las andadas, a los eventos en salones comunales, a escuchar, a recordar esos ritmos andinos: saya, huaino, morenada, san juanito. recordar mi niñéz en Popayán con esas quenas y esas zampoñas y recordar especialmente el incio de la formación musical haciendo la percusión en un grupo andino de tres pesos que se presentaba gratis en cuanto evento lo necesitara. ese fue unos de los boletos a Leticia en el amazonas en 1996.

en el batallón de Ingenieros Bejarano Muñoz, teníamos un grupito andino que se presentaba a nombre institucional en cuanto chicharrón se ofreciera, desde los eventos de la alcaldía municipal hasta el cumpleaños del coronel pasando por la serenata para la esposa del oficial tal. con ese grupo y el espectáculo del EMAS eqquipo móvil de acción pscológica, viajamos por toda la jurisdicción del batallón en el amazonas.

Yo como siempre, de sapo, de regalado; pedí el charango que me regalaron cuando cumplí quince años... en serio quería estudiar música para aprovechar algo del tedioso tiempo espiral militar... ¡Y aprendí dos acordes! con una gran dificultad.
Allá en leticia entendí que debía escoger entre la música y la literatura, entonces escogí el teatro y como siempre fallé.

Además de los conciertos para el público general, la alternación en tarima con grupos peruanos que nos daban sopa y seco, recuerdo especialmente un concierto en una maloca de una comunidad indígena por el río Putumayo. seguramente no habían mas de veinte personas, pero la magia dentro de esa construcción circular junto a un manguaré, era como estar conectado con el cosmos, como tocarle al universo, sobre todo cuando interpretamos una horrible canción que compusimos en colectivo. Con ritmo andino decía algo así como:

Yo soy el canto de los andes
de la alegría y el amor
yo he estado aquí
incógnito
y en mi vivir tan tímido

viví cada segundo a quí en la selva
voy pensando el porvenir de mi vida

y tengo la esperanza
que algún día mi alma vuelva
a darles gracias y a cantarles otra vez.

El repertorio no pasaba de ocho canciones y tres ritmos: el condor pasa, sariri, tiempo al tiempo, amigo, la molienda, un mosaico de cumbia a ritmo de candombe y el infaltable "el umahuaqueño"...

Pasada una década, el repertorio andino no ha cambiado mucho: los Kjarkas siguen siendo los Kjarkas, Illapu e Inti Illimani, siguen en su pedestal, repitiéndose cada años, envejeciendo, retozando en el tesoro de los íconos sonoros que crearon.

Ellos son parte de la banda sonora de mi historia. Son como un museo sonoro que debo visitar de vez en cuando y me vuelvo a emocionar. La música andina tiene esa sencilléz, esa humildad binaria del golpe a la tierra en pequeñas marchas, tiene mucho de lamento y de dolor sangrante por el amor imposible, pero cuando saca lo festivo es majestuoso. Una saya puede ser mas alegre que un mapalé, por ejemplo y sin tanto aspaviento. entonces que rico volver a escuchar un toque de música andina en vivo.

(Sobra decir que desconocía la influencia andina en el Valle del Cauca, cinco grupos andinos estables para un municipio de cien mil habitantes, es un gran valor para la difusión de esta música. Yumbo se dió el gusto de tener a Kjarkas en vivo y gratis para sus habitantes en el parque central, eso demuestra una bella apropiación de esta expresión)

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