A propósito de mi carta abierta al Teatro Matacandelas, relaciono la reseña del maestro Sandro Romero Rey, con quien coincido en varios puntos:
1. Yo descubrí a Poe cuando era niño y creo que allí el miedo se devoró mi alma
2. el Teatro Matacandelas, uno de los grupos escénicos más importantes del teatro colombiano de todos los tiempos, se decide por la suicida intención de traducir a Edgar Allan al lenguaje de las tablas
3. A lo largo de hora y media nos vemos sumergidos en una burbuja negra, sólo iluminados por velas, donde los actores construyen imágenes y declaman entre susurros y aullidos los textos del escritor norteamericano
4. “No entendí nada”, me dijo un espectador a la salida del teatro y yo creo que estuvo bien. Es un montaje en el que el entendimiento no está dado por la razón ni por las leyes aristotélicas de planteamiento-nudo-desenlace.
5. Debo confesar que prefiero los montajes de Cristóbal Peláez a los de Musati. Son dos visiones distintas, ya lo sé. Y supongo que los del Matacandelas necesitan, de tanto en tanto, otras miradas y otros desafíos.
6. El viaje a los infiernos de Allan Poe nos sirve a todos. Al grupo, para enfrentarse al demonio de lo imposible y a los espectadores para que no nos olvidemos que la belleza también se nutre donde se aposenta el horror.
Esta lectura me devolvió el alma al cuerpo, pues todo parece indicar que no fui el único que no entendió mucho.
1 comentario:
Ah, esta gente ha de ser maravillosa en lo que hace. Poe, la Casa Usher... ¿Podrás conseguir algo en youtube?
Saludos, hermano.
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