Estábamos ahí sentados, frente a frente, y todo nos causaba risa... Intento descubrir su identidad, pero no sé su nombre, puede ser una estudiante o el rostro de la novela. Tiene ojos claros y una cabellera rubia y larga, rubísima.
Como siempre me pasa, no puedo callar ante la belleza y se lo digo desde mi silla tras la mesa:
-Eres muy linda.
Y ella responde con esa ternura:
-Como no voy a ser hermosa si soy tu hija.
El corazón se me acelera y me pregunto en qué momento tuve una hija que ya está pasando de la adolescencia a la adultez. Recuerdo que hay gente que a los 30 años ya tiene hijos de 15 ¿pero yo?, me digo que no puede ser, que debe ser una broma, pero que si fuera real ¿quién sería la madre?, hago cuentas angustiado.
Y me despierto con una sensación de sed incontrolable.
2 comentarios:
Hermoso cuento, querido profe.
Saludos!
Gracias, la idea es seguir leyendo y escribiendo
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