domingo, enero 03, 2010

“Para verte mejor yo soy el otro”

MUESTRA REGIONAL DE VIDEOARTE
“Para verte mejor yo soy el otro”
Teatro Guillermo valencia.
Popayán, Cauca. Diciembre de 2009

Hay pantallas en el piso, en medio de escenografías que representan basureros. Hay proyección de video sobre una mesa. Un panel de varios televisores que simultáneamente muestran animaciones cuadro a cuadro. Hay videos hechos a partir de fotografías y uno muy chistoso sobre unas muchachas bailando en un río.
Entre las “obras” expuestas se destaca “Homenaje a Muybridge” instalada dentro de un cubículo oscuro muestra un tocadiscos sobre el cual van pegados unos caballitos de juguete, una luz que prende y apaga produce la sensación de que los caballitos van galopando.
Hay muchos videos y el conjunto hace cuestionar la noción de lo “multimedial” pues se van quedando en lo simplemente audiovisual pues hasta ahora el espectador posa observador simplemente.

Entonces en el último salón aparecen pantallas conectadas a computadores portátiles. Un muchacho flaco y alto con gafas de marco blanco explica que “esta obra responde al sonido”, aplaudo y la pantalla muestra combinaciones de colores; al lado, otra obra con unos grandes ojos tiene un sensor de movimiento que siguen al espectador y otra mas arriesgada exige que el espectador absorba un tubo que sabe a tabaco y los colores de la pantalla reaccionan y se mezclan según la intensidad de la succión o del soplido. Pero interactuar con estas obras requirió la explicación del artista.

Salgo del Salón Regional de Artistas “Para verte mejor yo soy el otro” entre aburrido y sorprendido, voy al baño del centro comercial más cercano, me humedezco el cabello y un señor con acento campesino me dice:

Me tocó tomarme ese café sin azúcar porque el azúcar estaba en unos sobrecitos, pero me dí cuanta cuando ya me lo había tomado amargo y ahora entro al baño pero no veo cómo sacar agua del lavamanos y no me las pude lavar.

Yo le digo que simplemente acerque las manos al sensor que está debajo de la llave y que el agua saldrá automáticamente.

El señor sigue mi instrucción y sonríe incrédulo cuando siente el agua. Saca un pañuelo del bolsillo del pantalón y se seca las manos mientras yo me las seco con el aire caliente del secador automático. Como agradeciéndome, el señor me dice:

Ahí si como dicen: a uno le da duro la tecnología. Pero en el campo es diferente, todo es más fácil y todo está a la mano. Es que a uno de pobre le sobra todo y a los ricos en cambio les falta todo.

El señor sale del baño como continuando su reflexión y yo me veo atolondrado en el espejo, repaso las supuesta “multimedialidad” de un salón de arte regional, la distancia del artista plástico a su público, la necesidad de los textos curatoriales rimbombantes para explicar y justificar obras que no hablan por sí mismas y especialmente la falta de relación de los discursos artísticos con el desarrollo y la cotidianidad de una ciudad naciente como Popayán.
Salgo del centro comercial y el sensor de una cámara de vigilancia sigue mis pasos y envía mi imagen a un computador donde nadie la procesa pero queda como registro por si necesitan un sospechoso de algún delito o a algún artista se le ocurre ponerle un rótulo para que la grabación se convierta en “obra” con el título “Hombre vigilado”.


Ahí si como dicen: a uno le da duro la tecnología…

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