martes, abril 20, 2010

Un chance para aprender que hacer comedia es cosa seria

Título: Chance

Director: Abner Benaim

Producción: Matthias Erhemberg / Paula Jaramillo

¿Cuándo la vi?: Villavicencio, marzo de 2010

Por: www.felipechavez.tk

Una familia panameña de clase alta con un padre político en campaña (Francisco Gattorno), una madre superficial (Isabela Santodomingo), un par de hijas alocadas y un niño consentido viven en una mansión llena de lujos y artilugios de una familia cómodamente financiada por los abuelos maternos. Tienen dos empleadas domésticas (Aida Morales y Rosa Lorenzo) quienes pacientemente arreglan la casa, preparan la comida y reciben los maltratos y la indiferencia de la familia.



class="MsoNormal" style="font-family:arial;">Por el consumismo desenfrenada de la familia, la falta de trabajo del padre y especialmente el cinismo de la madre, las empleadas no reciben su pago mensual, entonces deciden secuestrar a la familia para cobrarse con prestaciones sociales e intereses justo el día que la familia viajaría de compras a Miami. Desde ahí se desencadenan una serie de situaciones entre absurdas y ridículas donde las empleadas toman el control de la casa, mientras los patrones son obligados a hacer los oficios.

Una de las empleadas se disfraza con el vestido “de la señora” y lleva a “la patrona” disfrazado con el vestido de “la empleada” a vender las joyas y lujos de la casa. En esa aventura la patrona conoce las calles y el “mundo de los pobres”.

Al intentar vender la videocámara la patrona ve grabaciones que le demuestran la realidad de su familia y con un texto flojísimo descubre que “su vida es un fracaso porque a los cuarenta años vive de sus padres, sus hijas hacen intercambio de parejas sexuales y su esposo le es infiel con el jardinero”. Es decir que se intenta resolver la historia con extremos injustificados propios de un novelón o de una comedia de quinta categoría, con el agravante de que esas pruebas fueron grabadas por el hijo pequeño, develando un guión caótico que produce desconcierto y bostezos.

Se supone que al final la familia rica conoce el mundo de los pobres y aprende la lección, mientras las empleadas se van para Colombia con el dinero y el carro de los patrones y además se enteran de que se ganan la lotería con el número de siempre. Se supone que por fin la vida les dio el chance de ganar, pues salen convencidas de que la familia no las demandará porque la experiencia vivida los transformó en mejores personas. Entonces se supone que el espectador debe ser generoso para permitirle tantas concesiones a la película.

Si fuera una película de denuncia, “Chance” pretendería demostrar la decadencia de esa élite adinerada y corrupta que gobierna Latinoamérica, pero realmente la película se enloda en prejuicios moralista bastante planos: “los pobres son buenos y nobles”, “los ricos son egoístas y superficiales”, “los pobres viven en la dura realidad y los ricos en una fantasía”, además no ofrece los matices suficientes para darle dignidad a los personajes, ni un tono narrativo definido.

Más allá de un divertimento aburridor, la película se confunde con unos postulados éticos muy complejos que no alcanza a desarrollar y que seguramente dejaron pasar por alto, por ejemplo: “es válido el delito para hacer valer el derecho al salario”, “la impunidad es válida cuando está a favor de los pobres”, “los negros y mestizos pobres son mas decentes que los blancos ricos” y así sucesivamente la película no tiene un soporte argumental que permita disfrutarla.

Entonces hay tantos elementos, tan desordenados, sin coherencia argumental, que la historia no se puede resolver eficientemente y la narración no ofrece ni un atisbo de emoción ni un chance de sonrisa.

También hay errores técnicos de continuidad y edición como una quemada con una plancha en un brazo que en el siguiente plano ya está curada y no produce dolor, o la repetición del plano de las niñas amarradas comiendo espaguetis, pero éstos pasan por alto ante las evidentes deficiencias de la dirección.

En el fondo el planteamiento del argumento es interesante: la venganza de unas empleadas domésticas que al no recibir su quincena secuestran a la familia rica y les enseñan lo difíciles que son los oficios caseros y les dan una lección de vida. Pero la película fracasa rotundamente porque el director no supo en qué género contar esa historia. Si pretendía hacer un drama, no alcanzó a provocar emoción porque los personajes son poco creíbles y las situaciones aparentemente absurdas no funcionan por la fotografía de realismo televisivo. Si pretendía hacer una comedia, no alcanza a provocar ni media sonrisa por la falta de verosimilitud de las situaciones y los personajes acartonados; entonces el espectador no sabe si le están mostrando una comedia basada en el absurdo o una telenovela dramática, porque al jugársela en ambos bandos no alcanza a ser ni lo uno ni lo otro.

Pero pongámonos optimistas, esta película fue el chance para que director y productores, aprendan que hacer comedia es algo serio.

Las imágenes están enlazadas con su página de orígen y son usadas para ilustrar este post sin fines comerciales.

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