viernes, junio 03, 2011

El VIH y la cultura traqueta en eltiempo.com

Resulta paradójico el tratamiento del portal eltiempo.com sobre la conmemoración de los 30 años del sida.  Por un lado,  publica un especial multimedia con  documentos y reseñas sobre el origen y la evolución del virus y unos testimonios sobre la dificultad de vivir con VIH en Colombia tanto por la discriminación social como por la burocracia del sistema de salud.

Y por otro lado publica una “entrevista” con Esperanza Gómez,  la célebre ex conejita play boy y actual actriz de la industria porno norteamericana.  Este texto puede ser un resumen de la justificación moral de la cultura traqueta:

a. Ser exitoso,  es decir,  hacer plata a costa de lo que sea y en el menor tiempo posible.
b. Autoproclamarse como modelo moral: Pablo Escobar construía casas para los pobres,  Carlos Castaño exterminaba al mal,  Alvaro Uribe estaba liberando al país.
c. Tener vínculo directo con dios: el sicario,  el traqueto y el politiquero encomiendan a la virgen cada una de sus operaciones.
d. Ser frentero,  asumir las consecuencias de los que se dice y en el mejor lenguaje de reality  “demostrarle los valores a toda Colombia”.
e. Asumir las críticas como montajes de los envidiosos para perjudicar la imagen: tanto políticos corruptos como personajes de la farándula se defienden de las críticas atacando a quien los critican o amenazándolos. 

Pero veamos en palabras de la propia Esperanza,  cada uno de estos elementos:


Ser exitoso:   

El periodista empieza demostrando “el éxito” de la entrevistada:

“Han pasado dos largos años desde que Esperanza Gómez dio la noticia, en exclusiva para elenco, de que quería convertirse en actriz porno.  Quien demuestra lo difícil y exigente que es su trabajo:

“este rumor de que tengo sida, sí me puede llegar a perjudicar en el trabajo. En la industria del porno son muy estrictos con esto".

Autoproclamarse como modelo moral:

Dice la actriz: "Cuando empecé a modelar le decían a uno prepago sin serlo. Nunca he sido prepago, siempre he tenido una pareja estable; tuve muchas ofertas pero esa no era mi meta. La diferencia entre una prepago y una actriz porno es enorme. Yo estoy con actores porno, no con cualquier persona que me pague”.

Tener vínculo directo con dios:  
Frente a la posibilidad de ser contagiada,  Esperanza contesta Estoy consciente en lo que estoy metida, las cosas pasan cuando van a pasar. Si el día de mañana me pasa algo es porque Dios lo tenía predestinado.

Ser frentero:
Además de la autoproclamación,  el periodista exalta este esquema moral diciendo: “La ex conejita se ha caracterizado por ser una mujer sincera y despreocupada de lo que digan”  y cita textualmente a la entrevistada: "No tengo VIH, eso es mentira. Siempre he hablado con la verdad, hubiera podido ser actriz porno sin decirlo, usando otro nombre, poniéndome peluca y cambiando físicamente; pero le dije a Colombia que quería ser actriz porno.

Las críticas vienen de los envidiosos aunque en este caso sabemos que no es una crítica sino un rumor de mercadeo gratuito para otro producto comercial.

Dice esperanza que la razón del rumor es que: “Hay una persona que está encargada de llamar a los medios a decir que tengo sida, es de Cali, me tiene mucho odio, y no sé por qué. Por ahora no sé quién es, pero vamos a investigar, pues pienso tomar acciones legales".

Para rematar esta clase de ética,  le preguntan:

¿Qué haría en caso de ser contagiada?

Me dedicaría a vivir una vida más sana, más tranquila; a cuidar mi enfermedad, a compartir con mi pareja. Tenemos un trato (risa), que espero cumpla... Él dice que no le importaría contagiarse conmigo, que me va a apoyar, que estaremos juntos con o sin sida. En lo laboral, montaría una marca de ropa como la que tenía. Alguien con VIH puede tener una vida normal.

Entonces,  en este relato moral el sida aparece como un mal menor,  como un pequeño daño colateral que se puede manjar por el interés superior del dinero y aquí aparece el fundamento de la cultura traqueta: el valor del dinero está por encima del valor de la vida.

Definitivamente es un gran contraste: esta información light junto a la profundidad de los testimonios de los portadores de VIH en el especial multimedia.

Para concluir,  coincido con las preguntas que planteó Daniel Samper Pizano sobre el cubrimiento a la farándula,  por encima de los “temas de actualidad”:

“Caben muchas preguntas, todas ellas dignas de extensas tesis de grado: para dar gusto a sus lectores, ¿debería EL TIEMPO abrir más espacio a las noticias ligeras?... ¿Es la violenta realidad del país la que lleva a los lectores a escapar leyendo notas sobre romances, televisión y crímenes específicos?... Un mortal asalto de las Farc destacado el miércoles interesó menos que los consejos de belleza para cuarentonas: ¿estamos saturados de guerrilla, narcos y paras?... Tuvo más lectores un crimen pasional que una matanza en la selva: ¿los meros números dicen acaso ya poco? ¿O fue que la indiferencia nos comió? En Colombia, la lechuza derrotó a Gadafi. ¿Podemos considerarnos un pueblo bien informado?”

Y yo agregaría  en el marco de la sociedad de la información ¿qué es estar bien informado?.

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